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¿Qué significa ser maestr@ en el CPI Ana Mª Navales?

ACOMPAÑAMIENTO, COMPROMISO Y AUTOEVALUACIÓN 

¿QUÉ SIGNIFICA SER MAESTR@ DEL CPI ANA Mª NAVALES?

Nuestra labor como profesionales de la educación es acompañar y motivar al niño/a en sus procesos de aprendizaje, lo que requiere una actitud atenta y de escucha hacia lo que este hace, dice, expresa, se pregunta…

Un acompañamiento por parte del maestro/a como adulto que confía en las posibilidades de cada niño y niña, que fórmula propuestas, ideas y realiza su función pedagógica desde el respeto a todos y cada uno de los niños y niñas.

Una labor atenta para poder hacer recoger las ideas y necesidades de cada uno y convertirlas en aportaciones al grupo. Una presencia para estar cerca y facilitar que “crezcan” en todos los sentidos y desarrollen su potencial y habilidades.

Ser maestro/a del CPI Ana Mª Navales requiere desarrollar un rol de adulto que escucha, conecta y respeta.

Supone estar en una actitud de búsqueda constante hacia los procesos de aprendizaje de los niños, de utilizar la investigación y el juego como herramienta de aprendizaje, de formar parte de sus conquistas y avances, de sus investigaciones y descubrimientos, de su motivador asombro y de su alegría contagiosa.

Es estar dispuesto/a, a querer crecer como docente, de sentirse integrado/a en un proyecto educativo que otorga calidad y calidez, de ser parte de una educación pública de todo@ y para tod@s.

Para garantizar la conexión, la cohesión y la coherencia con los principios fundamentales del proyecto y el crecimiento integral y global de la  escuela, el equipo directivo debe velar por mantener, favorecer e impulsar procesos de aprendizaje del equipo y de la institución, siempre desde  una coherencia formativa. 

Entendemos la formación del equipo docente como una responsabilidad personal y profesional que es un factor clave de calificación de cualquier experiencia educativa y que es un derecho de todas las personas de la comunidad educativa: el profesorado tiene el derecho de recibir formación como condición indispensable para renovar y actualizar sus prácticas educativas y para así poder interactuar con los niños de manera cada vez más consciente; los niños y las familias tienen el derecho de tener un maestro o una maestra competente, que sea  capaz de entrar en una relación de constante escucha de la realidad en la continua transformación en la que los niños y niñas viven, y  actualizar sus prácticas a partir de procesos de reflexión que se generan a través de encuentros en los que se comparten nuevos  conocimientos. 

Compromisos de los docentes:

El ritmo escolar no sólo está marcado por los horarios oficiales sino que cada espacio de tiempo consta de un ritmo interno que es gestionado por el adulto y  que aporta una estructura particular a los niños. De esta forma, se ayuda al alumnado a concebir el tiempo escolar de una manera determinada, aportándole  seguridad y protección. La gestión del tiempo es una función activa que se adapta no sólo a las circunstancias que genera la escuela, sino también a los  procesos vitales y de aprendizaje del alumnado y, por tanto, varía según la actividad propuesta, edad y los espacios.

En este apartado se deben distinguir, por un lado, cuestiones vinculadas con el mantenimiento del contexto/escenario más transversales y que implican un  cuidado prolongado del espacio y, por otro, las cuestiones vinculadas al espacio que tienen a ver mucho más con la gestión del espacio a lo  largo de una sesión o de un período de tiempo corto. 

El espacio de aprendizaje significativo en el que convertimos el aula es un espacio muy cuidado estéticamente, con un sentido e intenciones educativas y humanas muy evidentes, con  microespacios definidos que dan respuesta a las diversas necesidades del alumnado y con una gran riqueza de materiales. Todo ello permite que el alumnado se vaya encontrando con propuestas que permitan el desarrollo de los procesos cognitivos, emocionales y relacionales propios de cada etapa y/o nivel. El contexto o el escenario, por tanto, debe estar organizado para facilitar este movimiento y que los niños puedan hacer una lectura fácil y  comprensible de lo que les ofrece el espacio. Al mismo tiempo, debe ser un espacio vivo donde hay pequeños cambios y sutilezas que “hacen crecer” y desarrollar ese espacio de aprendizaje a lo largo del curso y que mantienen activos a los niños y les ayudan a sentirse estimulados frente al espacio y las propuestas que genera.

Una de las funciones más importantes de los maestros y maestras de la escuela es mantener unos ambientes de aula relajados, seguros y confortables donde puedan emerger y ser acompañados los procesos de vida, aprendizaje, emocionales y relacionales propios de los niños y niñas de educación Infantil y Primaria. Este clima depende mucho del posicionamiento del  maestro o la maestra ante los conflictos, problemas o dificultades que surgen en la convivencia diaria y de la sensación de seguridad y  protección que transmite a los niños. Así pues, inevitablemente, esta dimensión también incorpora aspectos del acompañamiento emocional.  Evidentemente, todo es muy variable dependiendo de si estamos en un espacio interior o exterior y, por tanto, habrá que tenerlo en  cuenta a la hora de observar y analizar.

Su observación requiere un conocimiento ajustado de las situaciones de los niños, de la trayectoria de los maestros y maestras en la escuela y del vínculo que estos  profesionales tienen con los niños. Es algo complejo que observar y que requiere, para no caer en fórmulas estándar, contextualizar de  forma muy adecuada cada situación. Por tanto, antes de observar cualquier situación concreta, habrá que recoger mucha información  previa y tener un diálogo profundo con el maestro o la maestra que será observado u observada.

"Una escuela debe ser un lugar para todos los niños, no basada en la idea de que todos son iguales,
sino que todos son diferentes."
Loris Malaguzzi